Illariy

Necesitábamos un alojamiento cercano al aeropuerto, para pasar la noche y salir temprano al día siguiente y tomar el vuelo, y por eso lo elegimos. Illariy no tiene ningún tipo de señalización exterior que indique que es un hotel, y se encuentra en una zona industrial, por lo que puede que los taxistas no se ubiquen fácilmente para llevarte. En nuestro caso, el chofer conocía el lugar pero Fernando, el propietario, se había puesto en contacto con anterioridad para brindarnos su número de teléfono en caso de que el taxista no se orientara y así poder hacerlo él. Advertimos que es una persona muy amable y solícita, a punto tal de que -por su cuenta- nos acompañó hasta una pizzería cercana al hotel cuando le dijimos que teníamos hambre tras llegar en la noche al Illariy y le preguntamos qué opciones ofrecía la zona. Además, después tuvimos un inconveniente con el que fue comprensivo y que nos ayudó a solucionar, por lo que le estamos agradecidos. El hospedaje es en sí una casa muy grande, adaptada para recibir huéspedes. La habitación asignada era espaciosa, con baño privado y agua caliente. No hay TV, ni calefacción. No pasamos frío, pero aún así notamos que había varias frazadas en la cama, y otras disponibles en el placard. Hay WiFi gratuito con una señal decente. No representó demasiado ahorro en cuanto a la tarifa de taxi al aeropuerto en comparación con lo que cobran desde el centro histórico, pero sí en términos de costes de alojamiento ya que previamente nos hospedamos en un hostel en San Blas donde la habitación era más pequeña y tampoco había TV, pero el costo fue cinco veces mayor. De volver a Cuzco, volvería a considerar el guesthouse de Fernando.