Minareto

Desde que llegas al hotel, te das cuenta que estás en un lugar especial, el cliente es tratado con mimo, detalles de hotel boutique en un entorno inigualable. Las vistas desde el complejo a la isla de Ortigia son espectaculares. Trataré de resumir lo más posible aunque en esta ocasión una estancia de siete noches será complicado reducirla en unas palabras. La visión del corazón de Siracusa detrás del mar es superada aún por el excelente trato del personal, mencionó a “Luca” pero sintiendo dejar a muchos nombres que también se merecerían ser destacados. Nos intentó complacer en todo lo solicitado, desde recomendaciones gastronómicas o culturales hasta solicitudes menos habituales. El desayuno es un momento sin duda para disfrutarlo. Atendido en mesa tanto para dulce como salado cocinado al momento, completado con buffet muy completo y repostería de auténtica calidad, todo ello frente al mar, siempre con espacio disponible y con un silencio sólo roto por el sonido del mar. Las habitaciones Ortigia frontales al mar sin ser muy grandes, disponen de todo lo necesario y sus dos playas privadas hacen que no te quieras mover de allí. El problema es que está en un enclave perfecto para ver toda la zona del barroco siciliano. Para mí la playa de rocas es un lugar que te cautiva desde que lo pisas. No se puede explicar con palabras. Espero poder volver a disfrutar de este maravilloso hotel. Gracias de verdad a todas las personas que crean un lugar tan especial.