The Old Manse

Desde el momento en el que llegué hasta mi partida, Ian y Mary, dos excelentes anfitriones, me hicieron sentir tan cómoda como en mi propia casa. Si tuviera que definir mi estancia con una palabra dudaría entre "impresionante" o simplemente "detalles". Porque todo en The Old Manse está lleno de detalles, de pequeños y simples detalles que hacen que una estancia sea perfecta y que diferencian un buen b&b de un excelente b&b, uno al que desearías volver cada poco tiempo sólo por lo a gusto que has estado. Cuando llegué Mary me recibió ofreciéndome un té (o un café) que me trajo en un bonito juego de porcelana con un dulce (algo que igualmente te ofrecen si estás en el b&b en algún momento de la tarde cualquier otro día), charlando un rato conmigo y enseñándome algunas de las estancias comunes: una sala con una pequeña biblioteca y un televisor grande, junto a la estancia en la que se sirven los desayunos. Todavía no había subido a mi dormitorio (College Room) y no sabía que me encontraría una habitación espaciosa con una comodísima cama doble, espacio donde sentarme con dos cómodas butacas y a mayores bastante espacio de almacenamiento, con armarios surtidos con bastantes perchas y muchos cajones, tanto en uno de los armarios como en la mesa-escritorio que hacía igualmente gracias a un espejo, de tocador. El baño, sin ser muy espacioso es lo suficientemente amplio como para no tropezar con nada y la ducha cuenta con una muy buena presión. Todo estaba inmaculadamente limpio y muy cuidado. Por supuesto en la habitación había un juego de té/café siempre bien provisto, con una neverita en la que me encontré una botellita de leche, dos botellas de agua (que igualmente se reponían a diario si la consumía) y chocolatinas, que no comí pero que agradecí. A mayores ventilador, secador y las amenities habituales en el baño, incluyendo gorro de ducha. Y la Caja Roja. La Caja Roja se encontraba en uno de los cajones de los armarios... ¿Qué me encontré en ella? Un cepillo de dientes (obviamente a estrenar y perfectamente precintado), una linternita, juego para coser, cepillo para pelusas, tiritas, toallitas húmedas para limpiar los cristales de las gafas,..... Pero los detalles no sólo los encontré en la habitación. En la sala del desayuno, junto al aparador donde se colocaban los zumos, los cereales, los yogures y la fruta, se encontraban a disposición de todos los huéspedes el pronóstico impreso del tiempo e información de autobuses y mareas (Holy Island está muy cerca). Eso por no mencionar un montón de guías, mapas y folletos sobre actividades en la región y rutas de senderismo. A mayores, todos los días recibí consejos de Ian o Mary sobre sitios a visitar o rutas de carretera pintorescas para llegar a aquellos sitios a donde les había dicho que me iba a dirigir. El desayuno: ya he mencionado el aparador donde los huéspedes se sirven libremente mientras Ian cocina lo que se ha pedido de un pequeño pero completo menú de platos calientes. Procuré probar un plato diferente cada día y todo estaba delicioso, incluyendo el arenque ahumado por el que opté la primera mañana y que recomiendo a pesar de sus muchísimas espinas. Un sabor extraordinario y muy bien cocinado, como todo lo que me prepararon en los dos días siguientes. A mayores: un amplio aparcamiento en la entrada, un amplio y cuidadísimo jardín y un pueblo, Chatton, pequeño pero con un excelente pub local y a pocos kilómetros de buena parte de los puntos de mayor interés del condado. Lo único que lamenté de toda la estancia fue tener que marcharme tres días después de llegar. ¿Volvería? Sin duda. Ya los echo de menos.