Les Résidences Du Domaine

Hemos visitado este hotel en julio de 2013. Lo elegimos porque, con tres niñas de 6, 5 y 3 años, no queríamos ir a un riad donde ellas pudieran molestar y, por otra parte, queríamos que tuviera piscina para pasar allí las horas más calurosas del día. La llegada es muy fea: un desvío en la carretera mal señalizado, que te mete en un camino sin asfaltar. Pero que no os eche para atrás esto: tras el pedregal que debréis atravesar, se esconde este maravilloso hotel, un verdadero oasis a sólo 12 km de Marrakech. Tras un precioso portalón de madera, se abre un gran jardín con una piscina en medio, ideal para niños porque en buena parte no les cubre. A su alrededor, varias casitas que reúnen cada una dos o tres habitaciones, aunque en realidad no son habitaciones, sino minisuites con salón y cocina, muy amplias y bien equipadas. En la otra punta de la finca, vigilando de lejos la piscina, está el porche-comedor. Sólo hay un menú del día, pero es tan bueno y tan abundante que nadie echa de menos la carta. Y en pleno Ramadán tuvimos vino blanco bien fresquito (y tinto), cosa que un europeo agradece... sobre todo cuando ha pasado una jornada de calor visitando la bulliciosa ciudad de Marrakech. El hotel nos pareció perfecto si vas con un coche alquilado y en familia. Nosotros por la mañana íbamos a Marrakech pronto. Luego volvíamos sobre las 13h a disfrutar de la piscina, comer y dormir la siesta. Y luego un poco más de piscina, entre las 5 y las 6,30, antes de volver a bajar a Marrakech a ver el atardecer en cualquier terraza de la plaza Jmaa al Fnaa. No podíamos ir antes a la ciudad porque hacía demasiado calor para las niñas, pero de esta manera teníamos las dos cosas: plan de piscina, y plan de visita cultural. Y de noche, cuando volvíamos al hotel, más allá de las 23h, aún podíamos darnos un baño solitario (ya sin las niñas) mi marido y yo en la piscina, ¡qué maravilla! (de por sí, al haber muy poquitas habitaciones, es un hotel casi familiar). Nos hemos encontrado muy a gusto atendidos por la pareja de franceses que llevan el hotel y su hijita. Eso sí, no hablan español, así que si no sabes francés ni inglés te toca entenderte con ellos por señas. Pero igualmente ellos conseguirán que te sientas en la gloria allí. La única pega que puedo poner es que no había canguro, cosa que los padres agradecemos mucho, pero bueno, en Marrakech hay cientos de sitios para cenar con niños, a cualquier hora del día y de la noche. En fin, que recomendamos vivamente este hotel. Eso sí, debes tener coche alquilado, pues no estoy segura de que los taxis sepan llegar hasta allí. Nosotros, con el GPS no tuvimos ningún problema, y una vez que te conoces el desvío de la carretera general no tiene ningún misterio. En resumen, muy muy recomendable. Además, la relación calidad/precio nos pareció excelente. Lo dicho: un pequeño oasis de paz a pocos km de Marrakech.