Hotel Dvorana

Este verano pasamos una semana en este hotel. Fue un opción improvisada y la primera impresión, inquietante. No estaba en el centro ni era uno de esos maravillosos edificios barrocos que uno espera encontrar en Karlovy Vary. En principio habíamos reservado para dos noches y, por el precio que tenía, decidimos quedarnos. Sin embargo, un primer contacto amabilísimo por una recepcionista que nos dio todo tipo de detalles sobre el hotel y la ciudad empezó a congraciarnos con nuestra improvisada elección, cuando llegamos a la habitación pensamos que se habían equivocado de huéspedes o de precio: una maravillosa suite, perfectamente amueblada y limpísima que invitaba al descanso y al relax. Nada que envidiar a ningún hotel visitado anteriormente. Es cierto que está un poco alejado y que los autobuses no son una de las glorias checas y que, ir en coche tampoco es fácil por la escasez de aparcamientos y el centro peatonal pero la comodidad del hotel compensa con creces ese pequeño esfuerzo. por otra parte los taxis son baratos y accesibles. Al final prolongamos la estancia una semana manteniendo el precio que habíamos encontrado en internet, lo que aprovechamos para viajar por otros lugares de Bohemia que nos resultaron impresionantes Entre lo mejorable incluiría el desayuno que queda sólo en el notable. Para terminar un detalle sobresaliente: al día siguiente de abandonar el hotel recibí un correo electrónico en el que me decían que habían encontrado una pulsera en la habitación y que les diese una dirección para enviárnosla. La realidad es que mi mujer no recordaba haber llevado ninguna pulsera y les contesté que creía que no era nuestra. Le hicieron una fotografía y nos la enviaron por correo, resultó que sí era suya y nos la enviaron por correo, a su costa, a casa. Desgraciadamente estas pruebas de honradez y servicio no son tan habituales como deberían y, por eso, sorprenden y son tan de agradecer. Muchas gracias, volveremos.